CARTA DE UN MÉDICO
DEL HOSPITAL TORNÚ DE BUENOS AIRES
Esta carta describe muy bien lo que sentimos todos los ciudadanos de bien (que
a Dios gracias somos mayoría), ante la inseguridad y el miedo que le pase algo
a nuestros hijos.
¡Cada día es mayor la inseguridad, vista desde cualquier ángulo!.
El domingo 29 de abril de2012
Eduardo Benedetto
escribió:
Mi nombre es Eduardo Benedetto (DNI
13.404.096).
Mis
amigos y familiares me conocen y quizás se extrañen que declare mi identidad
como primera cosa en este mensaje; pero mi intención es que difundan este
mensaje y, por lo tanto, estoy interesado en darle credibilidad al mismo.
Habitualmente les mando paisajes
hermosos, la mejor de las músicas, datos sorprendentes que nos acerca la
ciencia o mensajes esperanzadores acerca de los valores eternos que nos dan
trascendencia como seres humanos.
Hoy tengo una finalidad menos grata, y
por ello les pido disculpas por anticipado.
Lo que quiero es contribuir a desmentir
la falacia conque nuestros gobernantes tratan de confundirnos acerca de
que lo que hay es sólo una "sensación de inseguridad". Quiero
contribuir, al menos, a desterrar esta mentira de la mente idealista de algunos
jóvenes -y no tanto- militantes que defienden a los actuales gobernantes contra
viento y marea.
Militantes
que llegan a ofuscar su entendimiento para así no convalidar el discurso de los
que no opinan como ellos y presentan, como yo, pruebas contundentes de la
mendacidad, de la hipocresía y del abismal grado de degradación espiritual de
quienes, por desgracia, guían actualmente los destinos de nuestro país.
Quienes me conocen saben que con mi
esposa hemos formado una familia con tres hijos bellos de cuerpo y espíritu.
Hijos que estudian y trabajan, respetuosos de los derechos ajenos, del pudor de
los demás y de sus mayores.
Hijos criados en el marco de los valores
cristianos que a su vez nos fueron transmitidos por nuestras respectivas
familias. Hijos que donan sangre para gente que no conocen, que cuidan hijos
ajenos cuyos padres han abandonado.
Tanto a ellos como a mi esposa y a mí nos
han asaltado a mano armada en el curso de estos últimos años, varias veces,
incluso han entrado en nuestro hogar haciéndonos pasar momentos terribles.
La última vez fue hoy, a la madrugada,
cuando mi hijo, de 22 años, se despedía de unos amigos con los que se había
reunido; quizás para festejar el nuevo trabajo que había conseguido por las
suyas, o para distenderse después de tantos exámenes que rindió con éxito
recientemente en su carrera de ingeniero en sistemas, o para contarles lo bien
que la había pasado conmigo en un viaje inolvidable de padre-hijo que hicimos
hace un mes.
La cosa es que unos tipos lo esperaron a
la salida de un boliche en Villa Devoto y lo atacaron salvaje, cobardemente. Le
golpearon la cara, la cabeza, el cuerpo; le robaron todo.
Gracias a Dios. no lo mataron, ni le
rompieron nada, está sano y salvo en nuestra casa, con algunas contusiones.
También está desesperanzado (espero que transitoriamente) y triste.
Ante tamaños acontecimientos me sorprendo
maldiciendo a los agresores, deseándoles lo peor, como nunca lo había deseado.
Me sorprendo pensando que habernos
quedado en la Argentina ,
no habernos ido en nuestra juventud, fue un gran error.
Me sorprendo y me horrorizo al ver en qué
me he convertido al compás de los golpes que la violencia y la
inseguridad que reina en nuestras calles me han asestado en estos últimos
tiempos.
La conversión fue lenta, fíjense que la
primera vez, cuando nos maniataron y vendaron los ojos a mis dos hijos menores
y a mí mientras nos amenazaban con armas de fuego de verdad (no con "sensaciones"
de armas), esa primera vez sentí pena por los agresores
y deseaba fervientemente que lograran cambiar el rumbo de sus vidas hacia
adelante, hacia arriba, hacia la luz.
Hoy, al despertarme a las 5 de la mañana
para recibir el llamado de una buena persona que, gracias a Dios apareció para
salvar a mi hijo, recogerlo en su auto y traerlo hasta la puerta de casa, hoy
al abrir la puerta de mi casa para recibir a mi hijo, que es un hombre bueno,
el mejor del mundo, bañado en su propia sangre y llorando, pidiéndonos perdón por
el mal momento, hoy la verdad que no pude sentir
compasión por sus agresores. Les pido perdón a ustedes y fundamentalmente a Dios por eso.
Hoy he descubierto que los violentos
amparados por los aún más violentos de nuestros gobernantes me han robado mi patria,
han dañado a mi familia y me han hecho más vil. Advierto, sin embargo, que me
queda Dios, a quien agradecí mil veces en el curso de este día. No creo que
puedan con eso.
Por consiguiente, aparte de desahogarme
con la redacción de este mensaje, les pido que lo difundan para que la gente no
se deje confundir con eso de la "sensación de inseguridad".
Hoy veo en el noticiero el entierro de un
chico de 16 años que agonizó durante una semana después de sufrir un ataque muy
similar al que sufrió mi hijo y vuelvo a dar gracias porque está vivo y sano;
pero esto no puede ser, la situación es desesperante.
Quienes me conocen saben que no me guía
ninguna intención política ni pertenezco a ningún monopolio informativo.
Les pido a todos que me crean, que sepan
que en 6,7,8 mienten descaradamente.
Y les pido a los militantes, si alguno
lee este mensaje, que se quiten la venda de los ojos y les exijan a sus líderes
que se dejen de proteger a los delincuentes, que gobiernen para la gente que
verdaderamente compone el pueblo, el tejido social de la Nación , que paren de
elaborar “slogans”; como el último que reza algo así como "Seguridad, obligación
del Estado, obra de todos".
Es mentira, yo no tengo que hacer la
seguridad, eso es algo a lo que tengo derecho, tiene derecho mi familia,
ustedes, todos, es algo que debemos exigir. ¿Qué significa que es obra de
todos? ¿Me están diciendo que tengo que comprarme un arma? ¿Que tengo que parar
de asaltar a la gente? ¿Que tengo que hacer rondas nocturnas? ¿Que tengo que
delatar? La seguridad es algo que nos tienen que dar los gobernantes a
nosotros. Nos tienen que dar seguridad, entre otras cosas, y no fútbol o
carreras de autos o dinero por nada. No nos tienen que dar plata como quien da
una propina, un soborno o simplemente aplica una mordaza. Seguridad, no plata
por nada.
Les pido a los militantes que les digan a
sus líderes que con los “slogans” se limpien el culo, porque para el alma no
les va a alcanzar.
Eduardo Benedetto.
Buenos Aires, 29 de abril de 2012